Marián se vistió en un hotel del centro de la isla, acompañada por su familiares más íntimos. Lució un vestido clásico y vaporoso, con escote en V en la espalda de puntilla, manga tres cuartos y un largo velo de plumeti hecho a medida. Más tarde llegaron sus damas de honor y brindaron por el gran día.
La ceremonia fue muy emotiva. Los novios entraron con música en vivo y radiaban de felicidad. Tras la suelta de de arroz y pétalos Marián y Quique pusieron rumbo al banquete en un antiguo Beetle descapotable.
La cena tuvo lugar en una possessió mallorquina con espectaculares vistas a la Serra de Tramuntana.
La decoración de las mesas era sencilla pero delicada, poco bastaba para un espacio tan verde y con belleza natural.
El baile nupcial fue bajo el cielo estrellado de una noche de verano, y después empezaron a subir los decibelios hasta largas horas de la madrugada.
Al final nos quedamos con sus sonrisas. ¿Qué más podemos pedir?